viernes, 20 de diciembre de 2024

CAM. 556: MADRID (VI)

 Capítulo 6

Aquella noche, Stephan soñó con la casa que salvó del fuego. Todo estaba en ruinas. Pareciera que habían pasado muchos años desde entonces. La casa estaba iluminada y grandes sombras dominaban el lugar, hondeando como lo hacen las llamas, pero no había rastro de fuego ni de humo por ninguna parte. Un encendedor zippo marcaba el tic tac de los segundos, que poco a poco fue acelerando. Unas risas acompañaban los pulsos como una melodía, los cuales se iban disipando a medida que las risas dejaban paso a una sola voz: La de una niña.

Un sonido entrecortado entre carcajada y llanto mantenía atento a Stephan, que no podía más que observar las ruinas del lugar. Fue entonces, cuando aquel tic tac dejó de sonar y el zippo cayó al suelo. El sueño se convirtió en pura luz y, al despertar, Stephan no entendía nada de lo que estaba pasando. "Recuerdo lo que pasó el día anterior y lo del sueño, pero creo que no entendí nada, por lo menos en ese momento".

El día comenzaba fuerte y aún quedaban cámaras que revisar. En su libreta se mantenían apuntadas las anotaciones del día anterior, en las que se incluían las fechas y los fallos de imagen de cada cámara registrada. Asignó un número concreto a cada una, que representaba el tiempo que se mantenían apagadas y, una vez localizadas en un mapa, continuaba el análisis. En ellas seguían apareciendo horrores dignos de una novela de terror o de suspense.

En ese punto se podía decir que nada aseguraba que todo aquello estuviera sucediendo. Las cosas no tenían sentido. Stephan no quería demonizar la situación con banalidades, no deseaba enloquecer, pero la situación lo superaba. Cuando le miré a los ojos pude contemplar miedo e inseguridad, no por lo que me contaba que había visto, sino porque le tomase por un loco.

Stephan continuó su inspección. Llegó a una calle del centro de Madrid muy antigua, estrecha, sin apenas iluminación y sin vestigios de vida. La mayoría de los sitios de las cámaras comenzaban así, por lo que ya le pareció normal. Hasta que comenzó a haber actividad de nuevo.

Una familia caminaba: Un padre, una madre y una niña pequeña. Era época invernal, así que aparecieron bastante abrigados y con un rostro de felicidad encajado en el semblante tras regresar de las compras navideñas. Stephan me recalcó que parecían muy felices y que ese bienestar se desvanecería tarde o temprano, como había sucedido en grabaciones anteriores.

"No sé si era envidia o empatía, pero disfrutaba viéndoles y a la vez quería que les pasase algo malo que les borrara esas sonrisas".

Por supuesto, el presagio ocurrió. Al poco rato, apareció una furgoneta negra que parecía blindada. No llevaba matrícula. Habían pasado un par de coches antes, pero en cambio éste se paró justo enfrente de la cámara. De ella salieron tres individuos encapuchados que se dirigieron a toda prisa hacia la familia. El padre y la madre fueron secuestrados y aquellos hombres no dejaron rastro de su fechoría ni de su identidad, dejando a aquella niña sola e indefensa en medio de la calle. Ella comenzó a correr detrás de la veloz furgoneta que se marchaba a toda prisa, intentando alcanzarla sin éxito.

A Stephan le partió el alma.

"Me alejé lo suficiente del ordenador para no ver qué era lo que pasaba después, pero cuando volví a mirar la niña seguía allí. Tenía miedo. Nada tenía sentido... ".

Stephan sentía que tenía que intervenir. La niña permanecía sentada junto a una pared en un lateral de la calle. La noche se aproximaba y la temperatura descendía rápidamente. Lo primero que se le pasó por la cabeza fue llamar a una comisaría cercana y explicarlo todo, pero eso no sucedió.

-Comisaría de policía de Madrid. Buenas tardes, ¿En qué puedo ayudarle?-. Nada más oír la voz del agente, Stephan colgó. No podía exponerse a que le rastrearan sin saber si lo que hacía era ilegal o si le vincularían con alguna de las atrocidades que había estado observando. Aún con todo, tenía que hacer algo... Y así lo hizo. Stephan decidió llamar a su compañero.

-Oye, ¿te acuerdas que te dije que quería viajar? Pues lo voy a hacer, así que lo mismo no me ves el pelo en un tiempo. Cúbreme, que lo mismo se me acaban las vacaciones antes.-

-¡Guay! No te preocupes... Si ya sabes que el jefe apenas viene por aquí, así que no creo que se de cuenta. ¡Disfruta que te lo mereces, coño!-

-Gracias, tío... De verdad. No sé qué haría sin ti.- Dijo un emocionado Stephan.

-¡Para eso estamos! Animarte para que hagas lo que deseas, jajaja-.

Nada más terminar la conversación, Stephan cogió el primer vuelo directo a Madrid. Esta vez estaría presente en todo. En su libreta tenía los recursos para resolver cualquier problema que estuviera ocurriendo. Tenía que salir de ese mundo, aquel que nunca le dio las gracias por estar ahí. No necesitaba respuestas pero sí un cambio... Y marchó en busca de uno.

Escrito por: Daniel Álvaro Nogales.

© 2024 Cam. 556: Madrid.

martes, 3 de diciembre de 2024

Retazos de odio y desamor

Lo que me rompió el corazón fue saber que ya no volveríamos a ser el lugar seguro del otro.

Ese hogar que construimos ahora es una casa en llamas donde sólo queda el rencor y el desamor.

No es lo mismo el odio que el rencor. El odio es temporal, como el tiempo que tardé en enamorarme de tu alma. 

En cambio, el segundo es duradero, como el amor que sentimos pero que finalmente acabó en desilusión.


Escrito por: Lucía S.T.

© 2024 Retazos de odio y desamor.

miércoles, 20 de noviembre de 2024

CAM. 556: MADRID (V)

 Capítulo 5

Stephan se mantuvo despierto delante de las pantallas del ordenador observando cada segundo de grabación. Ninguna de ellas tenía nada que ofrecer. La mayoría carecían de actividad, no se encontraba a gente, ni animales. Nada... O por lo menos eso parecía.

Las grabaciones superaban las veinte horas cada una, por lo que analizarlas era una tarea muy complicada. Todas finalizaban en horarios distintos y, después de pasar un tiempo determinado, se reiniciaban desde cero repitiendo las mismas imágenes una y otra vez.

El siguiente vídeo era un lugar oscuro. Un callejón. No se reconocía bien dónde se ubicaba. Dos personas sentadas en unas mantas colocadas sobre el suelo. Un montón de bolsas con diferentes objetos los acompañaban. Eran las primeras personas que aparecían. Stephan entendió que eran vagabundos. Comenzó a apuntar todo en su libreta: "Cuentan con barba desde hace tiempo... No disponen de mucha ropa aparte de la que llevan puesta... No se han movido la mayoría del tiempo."

De repente, uno de los hombres se levantó del sitio y se dirigió directamente hacia el otro. Dicha persona estaba tratando de hablar con su compañero, pero éste no le respondió ni se movió. El vagabundo le empezó a dar empujones leves para que reaccionase, pero siguió sin dar vestigios de vida. Se levantó y se dirigió a una mochila que tenía al lado, donde antes yacía tumbado.

Stephan vio otra vez aquellos errores gráficos que distorsionaban la imagen, donde ésta se volvía confusa e impedía distinguir al hombre de la mochila, cuyo rostro parecía carecer de emociones. La imagen se rompió por completo y se dividió en dos partes, con interferencias y píxeles de colores por doquier. Entonces, el hombre sacó una especie de machete de la mochila y se dirigió de nuevo a su compañero, que permanecía totalmente quieto. La imagen se deformaba más conforme los segundos avanzaban. Unos minutos después, el hombre del machete estaba cocinando algo en una hoguera y su compañero había desaparecido. Sólo se podían apreciar partes mutiladas de su cuerpo cerca de las llamas.

Stephan no se movía un pelo mientras me contaba esto. Con una mano sujetaba su cabeza, sin apenas reaccionar. Parecía tener asumido lo que había visto, pero tampoco tenía claro qué era lo que había sucedido.

La siguiente cámara mostraba un bosque oscuro con unas mesas de picnic delante de éste. Eran lo único que decoraba el lugar más allá de la propia naturaleza. Era tarde. Debían ser las siete o las ocho. El lugar era hermoso con luz y se apreciaba la vida por todas partes, pero de noche el ambiente era oscuro y sombrío.

Un hombre entró en escena, cabizbajo, con una mochila al hombro. Se sentó en una de las mesas y empezó a comer de un tapper que traía consigo. Cuando terminó dejó todo encima de la mesa. Sin decir nada ni levantar cabeza extrajo una cuerda de la mochila... El resto de la historia se podía intuir... No acababa bien.

-Inútil, morirás día tras día y tu pena no desaparecerá.- Expresó un angustiado Stephan. En este punto, parecía completamente insensibilizado. Su mirada reflejaba curiosidad y análisis.

Nueva cámara. Centro de Madrid. Una chica frente a un restaurante de comida rápida con ropa de fiesta y fumando, esperaba a sus amigos que estaban dentro pidiendo. Un grupo de hombres vio a la chica y empezaron a reírse de ella y a hablar por lo bajo. La chica se percató de la situación y decidió entrar dentro del restaurante, pero justo cuando abría la puerta uno de los hombres le cortó el paso. El grupo empezó a intimidarla y a tocarla por todas partes. La chica parecía cada vez más nerviosa, incapaz de poder reaccionar a tan abrumadora situación. Uno de ellos le tocó el trasero y ella lo abofeteó. El individuo le devolvió un empujón y el que parecía el líder de la manada, levantó su mano en gesto de agresión para intimidarla aún más. La chica comenzó a gritar, intentando zafarse del ataque. Los amigos de ella salieron corriendo en su ayuda y se produjo una fuerte pelea en el exterior.

Stephan me comentó que al llegar a ese punto ya no le quedaba interés y que estaba demasiado cansado para continuar. Tomó un aperitivo para intentar terminar al menos esa cámara.

Cuando volvió a mirar, la policía había llegado al restaurante y más gente se había unido al conflicto. Una ambulancia también se apreciaba. Al rato, la trifulca se resolvió.

Stephan comió durante todo ese tiempo, observando y apuntando en su libreta las cosas horribles que observaba y que le podían ser útiles en su investigación.

"Pensé que ya tenía suficiente, así que fui a dormir. Por fin, había podido ver algo de acción, pero esperaba algo más. No lo sé. Algo distinto..."

Escrito por: Daniel Álvaro Nogales.

© 2024 Cam. 556: Madrid.

martes, 5 de noviembre de 2024

Frena. Fluye. Vive.

Para mi yo:

Frena. Fluye. Vive.

Deja de pensar en el futuro. Vive el presente y besa las heridas del pasado hasta que dejen de doler.

Quiérete. Dedica tiempo a lo que te gusta, a lo que antes te emocionaba y que, por alguna razón, dejaste de hacer.

Ríete, pero también llora, porque eso es la vida.

Deja la mente en blanco. Abandona tus pensamientos. Conecta con tu alma.

Aprende a decir que no, primero vas tú. Luego los demás. No te sientas culpable, priorízate.

Escrito por: Lucía S.T.

© 2024 Frena. Fluye. Vive.

martes, 22 de octubre de 2024

CAM. 556: MADRID (IV)

Capítulo 4

Aquellos lugares sacaban a Stephan de la realidad. Justo esa noche tuvo uno de esos sueños que, según decía, empezaban a ser recurrentes: Una calle vacía, más bien un callejón, sin apenas iluminación. Sólo la Luna que se podía observar grandiosa en aquel cielo descubierto de Madrid. Las sombras no tenían final y cualquier ruido resaltaba, chocando con las paredes con las que se topaban. Las piedras que construían el camino estaban desgastadas, los establecimientos y casas aledañas parecían llevar tiempo abandonados. Un lugar que recordaba al siglo XVIII o XIX, en sus construcciones. Stephan comenzó a andar por el lugar sin pensárselo dos veces. No había nada que le hiciese pensar que corría peligro. No dejaba de llamarle para que se adentrase en él, a la vez que aquel ambiente lo instaba a salir corriendo.

La oscuridad crecía. Los edificios iban arrinconando cada vez más a Stephan. Oía ruidos, trote de caballos, cajas cayendo al suelo, rompiéndose... El lugar comenzaba a respirar por sí mismo. Delante de él, se presentaban destellos de luz que le sorprendían a cada paso, pero que apenas duraban una milésima de segundo. Los establecimientos parecían abiertos, pero al tiempo abandonados, con alimentos podridos que manchaban el camino. Todo el mundo parecía haber huido de allí. La calle apenas tenía unos treinta metros de largo, pero a medida que caminaba, esa longitud no disminuía. No miraba atrás, no tenía motivos... Sólo se dejaba llevar sin pensar en el por qué o el cómo. Sus ojos se centraron en lo que parecía ser el final de la calle. Los destellos de luz lo rodeaban. Su visión periférica estaba nublada, sólo podía ver que la oscuridad tomaba protagonismo.

Como un fallo en su cabeza, empezaba a ver errores gráficos, como si fuera una televisión antigua, como una gama cromática primaria, a la vez que toda imagen se veía distorsionada y no llegaba a distinguir ya qué era qué. Una silueta lo opacó todo y entonces el sueño terminó.

En cierto modo, no parecía tener importancia para él. Es más, su comentario fue tan detallado que llegué a dudar que fuera un sueño, sino una alucinación o similar. Al terminar de relatar esto sacó una foto de su cartera y me la enseñó: Una familia compuesta por un padre, una madre, una niña pequeña y su hermano mayor.

Stephan me dijo: "Apareció al lado de mi cama y no recuerdo si fui yo que me quedé dormido con ella o qué pasó, pero creo que era una señal, así que lo tomé como una declaración de intenciones". Una para ponerse en marcha e investigar aquellas misteriosas cámaras. Aquella "señal" fue lo que le conminó a hacerlo. Lo preparó todo. Un buen planteamiento era necesario y el cómo hacerlo, aún más.

Aquella mañana se levantó de la cama con atrevimiento e ilusión, sentimientos que hacía tiempo lo habían abandonado. Preparó su habitual café, apuntó en una de sus libretas cada cámara que sería necesaria revisar, compró un mapa de Madrid de tipo A1 y lo colgó en la pared del salón, delante del ordenador. Imprimió fotos de cada lugar, clavando chinchetas en las posiciones de las cámaras, encajando las piezas de ese rompecabezas imposible.

"Aquello fue como estar en una película de suspense, tenía que saber organizar la información y plantear el escenario. Fue un momento de subidón, no sé cómo describirlo, pero mi cuerpo me pedía hacerlo y me sentí bien mientras lo llevaba a cabo. Recuerdo que me quedé mirándolo durante un rato mientras me terminaba el café. Intenté encontrar algo útil en aquel mapa, pero no conseguía nada. Creo que mi ego habló por mí y me dije que había quedado chulo y poco más. Fue un golpe de realidad pero estaba satisfecho, así que no le di importancia y seguí buscando pistas. Tenía que haber un nexo que relacionase los lugares y las catorce cámaras distribuidas por todo Madrid, situadas en sitios claves de la ciudad o con arte de algún tipo. Me puse con los vídeos pregrabados".

El metraje de las grabaciones transcurría. Stephan observaba los detalles, pero era tanta la duración de los mismos que apenas conseguía mantenerse despierto. Nada de importancia: Un parque junto a un bosque, abandonado. Una estatua por la que transitaban personas de todo tipo, calles vacías del centro de la ciudad, etc. Stephan no encontraba nada y pensó que había fallado, que todo aquello era producto de su mente. Estaba cansado y al estar tanto tiempo delante de la pantalla la desilusión comenzó a aflorar. Pero todo cambió en un abrir y cerrar de ojos. Literalmente.

"Creo que la cámara número doce, si mal no recuerdo... Era la del Museo Del Prado. Bien... Pues estaba enfocada directamente a un cuadro, quiero decir, no era el único al que enfocaba, pero era el que más llamaba la atención. Todo lo demás parecía borroso. Estaba revisando esa cámara porque recuerdo que ese cuadro me gustó. Actué por instinto y lo miré. Era un cuadro sobre un hombre y un niño. Algo oscuro: El hombre estaba comiéndose al niño... Me quedé dormido encima de la mesa y al despertar vi ese cuadro, pero era muy real. Quiero decir, que el hombre se estaba comiendo al niño de verdad. Me asusté y cerré todas las pantallas de golpe. Perdí gran parte del trabajo de esa noche, pero me hizo irme a la cama a descansar, que lo necesitaba... Tenía que terminar con eso y me quedaba mucho por revisar".

Pero Stephan no podía dormir. Al cerrar los ojos no cesaba la imaginación. La naturaleza de aquellos lugares observados. Así que, como un adicto, volvió a ponerse manos a la obra. Quiero matizar que Stephan mantuvo la calma y no se echó atrás en ningún momento. Afrontó ese cansancio emocional de la forma que consideró adecuada, pese a no resultar nada fácil.

Escrito por: Daniel Álvaro Nogales.

© 2024 Cam. 556: Madrid.

martes, 23 de julio de 2024

Consciencia

Tengo a mis demonios escondidos,

Acechando en cada preciso momento.

Están buscando por dónde salir pero yo no les dejo.

Cada vez es más difícil, puesto que cada momento que pasa son más incontrolables.


Una sombra intransferible e invisible que no me deja en paz.

Un pensamiento que los alimenta y una mente incapaz de dejar de pensar.

Algún día será, pienso, mientras ellos se ríen.


Entretanto, cada día que pasa son más inestables y más difíciles de controlar.

Puesto que son demonios y no se pueden ver, se hacen reflejar a través de mí y así nublar mi consciencia creando a una persona que no soy yo.


Escrito por: África López.


© 2024 Consciencia.

jueves, 27 de junio de 2024

CAM. 556: MADRID (III)

 Capítulo 3

-Vale, muchas gracias. Pues nos vemos el mes que viene. Venga, un abrazo.-

Stephan comenzó su nueva aventura. Con todo el tiempo del mundo en sus manos decidió encargar un par de pantallas más para poder monitorizar lo que le fuese oportuno. Tenía la idea de que todo iba a salir genial, que conseguiría una nueva vida a raíz de eso. Se entusiasmó tanto que no paraba de pensar únicamente en lo que podría hacer con las cámaras.

Con el estudio ya montado en su propio salón, decidió empezar por los países y ciudades más cercanas. Convenciéndose a sí mismo de que debía ser un héroe, empezó a ayudar a aquellos a los que observaba día tras día. Algunos de los ejemplos son "difíciles" de explicar, pero comentaré alguno que otro por encima:

En una de las cámaras apareció un coche en medio de una carretera. Era de noche. El coche empezó a saltarse los semáforos y, pese a que el conductor intentaba frenar, no lo consiguió debido a que la carretera era una pendiente. Stephan le siguió el paso con diferentes cámaras, ya que aunque apenas podía diferenciar la cara del conductor creyó que éste estaba asustado. Llamó a la policía y le explicó la situación. ¿Qué sucedió después de esa llamada? Stephan no lo dijo, pero supongo que no les dio tiempo a asistir a aquel hombre.

En otra ocasión vio cómo un ladrón intentaba entrar en una relojería. El ladrón, que parecía no tener mucha experiencia, tardó lo suficiente como para que la policía llegase a detenerlo.

Y la que más me sorprendió fue una en la que Stephan estuvo observando a una niña pequeña. Según comentó, no tendría más de doce años. En sus continuas observaciones, se dio cuenta de que sufría bullying por parte de sus compañeros de clase y no vivía una buena situación familiar. Stephan, decidido a ayudarla, le mandó un paquete como si de un admirador secreto se tratara. Uno lleno de juguetes y una carta que le subiera el ánimo.

El salón de Stephan se había convertido en un escenario digno de película, un lugar donde guardaba multitud de pantallas que redirigían las imágenes grabadas por las cámaras de seguridad de multitud de lugares. Durante las vacaciones, comenzó a cumplir lo que llamaba "su sueño". Se rodeó de los monitores e imaginó que estaba en aquellos lugares, con muchas playas, sitios especiales y de interés. En sus propias palabras: "Fueron las mejores vacaciones de mi vida".

Cada dos días cambiaba de localización. Tenía apuntados en una libreta todos los sitios en los que había "estado" y los que le restaban por ver, con un planning bastante minucioso.

-Esa semana tocaba Madrid. No me entusiasmaba demasiado... Apenas sabía nada del lugar. No conocía muchos sitios interesantes, no tiene playa... No me llamaba la atención, pero al tratarse de una capital quise investigar un poco.- Empezó a hablar cada vez más lento, pensando en lo que tenía que decir.

-Al no conocer nada, supongo que investigué demasiado sin apenas acercarme a la verdad. No terminó bien... Creo que esa ciudad tuvo que ver con todo esto...-

Stephan apuntó los lugares por los que pasaba, marcando los más interesantes y los que tenían más potencial. Creía no equivocarse. Madrid no le ofrecía lo que buscaba, pero era un hombre tan meticuloso dentro de sus banalidades, que le hizo volver a buscar esas cámaras al día siguiente.

-Las cámaras no habían cambiado. Lo normal era que la gente pasara. No sé... Incluso en callejones oscuros la luz de los coches se perdía de vez en cuando, pero en esas cámaras... Absolutamente nada había cambiado. Lo primero que pensé es que sería un fallo que la página tendría o que estuvieran las cámaras rotas, pero no tenía mucho sentido. Miré las otras que apunté de la misma ciudad, incluso de sitios cercanos, pero estaban bien. Sin embargo, había algo mal en las otras.- No se lo pensó dos veces y llamó a su compañero Luca, que apareció en su casa enseguida.

-Sigo pensando que estás puto loco.- Stephan decía que Luca no le tomaba en serio nunca, pero veía interés en solucionar tal estupidez aunque no le encontrase un sentido.

-Siempre lo has pensado.- Stephan sintió que su mente estaba cambiando. O eso creyó.

-¡Pues ahora más, joder! ¿Trabajas en seguridad y haces esto?- Le reprochó Luca.

- ¿Y qué? Ni que fuera a vender información o similar.-

-¡Coño! Stephan... Coges tus putas vacaciones que tanto necesitabas porque estabas puto destrozado de un trabajo que se basa en "proteger y cuidar" a un sitio y a la estúpida gente que hay en él, para irte a tu casa a hacer lo mismo pero a lo grande... ¡Enhorabuena! ¡A saber si encima esto es legal o qué!- Decía un Luca enfurecido.

Lo que Stephan hacía no estaba dentro de las nociones básicas de buena conducta que entendía Luca, pero era su amigo y sabía que era el único que tenía.

- Mira, Luca... Me la pela. Te he invitado a mi casa para que me ayudes. Si no vas a hacer otra cosa que juzgarme o criticarme te puedes ir a tomar por culo.-

Luca quedó en silencio y comprendió lo que Stephan le pedía. Sabía que Stephan no lo hacía con maldad. Era la primera vez que lo veía tan seguro de sí mismo.

-A ver... Esto no es un fallo de la página. Todas las cámaras están conectadas a un centro de monitorización o varios. Si hubiese un fallo se cortaría la grabación para poder repararla o se sustituiría por una cámara cercana.-

-Pero... Puede que la página haya puesto un vídeo en bucle mientras están en mantenimiento.-

- ¡Nah! Fíjate en este código de la imagen... Aquí marca la fecha, hora y coordenadas. Según he visto, cambia según la geolocalización, pero dudo mucho que se molesten en cambiar los códigos constantemente.-

-Sería más simple ponerlo en "mantenimiento", ¿Por qué se molestarían en hacer esto?-

-Para ocultar algo, eso está claro...-

Stephan no creía a Luca. Pensaba que todo era un fallo extraño y no creía que fuese premeditado.

-Mira... A veces por cuestiones políticas nos piden que no vayamos a trabajar durante unos días y ellos se encargan de su seguridad. A cambio, nadie tiene información sobre lo que hacen en ese lugar. Puede que es lo que esté ocurriendo, que monitorizan esas cámaras para que nadie sepa dónde hay políticos o cargos importantes... No lo sé.- Stephan reconoció que no era una idea tan disparatada. Lo que Luca contaba le había pasado a él.

-No le des más vueltas... No será nada. ¡Aprovecha las vacaciones y descansa!-

Lucas se marchó y Stephan se sintió derrotado, como si estuviera perdiendo una gran oportunidad. Se sentó delante de las pantallas, nuevamente.

-Pero... ¿Y si es algo más? Puede que lo sea... Necesito que lo sea...-

Escrito por: Daniel Álvaro Nogales.

© 2024 Cam. 556: Madrid.

martes, 4 de junio de 2024

Aurora

Y allí me encontraba,

En la aurora del mundo.


Encontraba placeres connaturales que en ese instante se exhibían. Miraba el amanecer con los ojos de alguien que pretende descubrir la esencia de la naturaleza como la confusa intuición de una verdad de antaño. 


Inalcanzable. Era un albor inalcanzable. La vanidad de mi ser era la carcelera de mi prisión, y la grandeza del alba la llave de mi libertad.



Escrito por: Andrew Wooldstick.


© Todos los derechos reservados.

miércoles, 29 de mayo de 2024

CAM. 556: MADRID (II)

Capítulo 2

Llegados a este punto, Stephan me comentó que tenía ciertas dificultades para recordar por lo que había pasado. Esto fue aumentando cada vez más y su coletilla empezó a ser "creo". No me malinterpreten: No quiero ser arrogante y mucho menos tratar las palabras de Stephan con incredulidad. Él acudió a mí para que yo le ayudase, pero debo ser coherente con mi discurso y relatar exactamente lo que dijo y, por otra parte, apuntar lo que noté de su forma de hablar o expresiones sobre lo que sentía.

Respecto al anterior capítulo, él comentaba la situación en un principio como si fuese un sueño, como aquel que cuenta lo que vio sin apenas importancia, pero según iba narrando, su cara empezaba a dibujar una sonrisa e incluso mostraba emociones que, según dijo, nunca antes había sentido. Dejando de lado eso, también dejó claro que en ningún momento pensó en hacer nada malo con esas cámaras, ni siquiera se le pasó por la cabeza hasta que yo se lo dejé caer, cosa que interfiere bastante en el análisis que se podría esperar de este sujeto. Mas no explicaré nada que no sea íntegramente informativo con respecto a dicha historia o a lo que Stephan se refiere. 

En fin, la vida de Stephan continuaba como siempre, apenas llamativa o encantadora en ningún aspecto. La pantalla del ordenador permanecía encendida en su salón desde aquel día. Intacta, en la misma página que encontró, recargándose una y otra vez, completando secuencias de distintas cámaras.

Cada día se quedaba mirando fijamente sin saber realmente qué hacer. Quería investigar más, ver lo que la página le podía ofrecer, pero sus impulsos de rutina rompían con lo que deseaba. No tocó absolutamente nada que rodease el ordenador.

Un día al despertar, como por un impulso y seguido por el estado de sueño en el que yacía, se sentó a tomar un café delante de éste. Cuando se dio cuenta, estaba embobado mirando uno de los vídeos. Llamaba su atención de alguna forma, pero él entendía que era mera casualidad, que nunca se fijó en esa cámara, simplemente dejó que sus ojos tomaran esa decisión.

Se mostraba a una familia desayunando: Un padre, una madre y una niña pequeña. Cuando se terminó el café, como si desayunando con ellos estuviera, se levantó para dejar la taza en la cocina y volvió a sentarse. La familia estaba marchándose de casa en ese instante. Preparaban todas las cosas para el día que les aguardaba.

En este punto, Stephan comentó que sintió un gran alivio porque la familia se fuese de la casa y no entendía el por qué, pero dijo que le sorprendió ver cómo todos salían a la vez y sus caras reflejaban felicidad. Realmente no lo sintió, sino que cree que lo pensó porque giró su cabeza en el momento que salían por la puerta dejando su boca tan relajada que comenzaba a abrirse. El estado de relajación terminó en el instante en que se percató de que se habían dejado la sartén con aceite encima del fuego encendido. Un humo emergente fue el preludio de las crepitantes llamas que empezaron a brotar.

Stephan no lo pensó dos veces y comprobó la dirección del vídeo. Llamó lo antes posible a los bomberos.

-Eh... Perdón, es que estaba pasando por la calle "Lehargasse" y de una de las casas ha empezado a salir mucho humo. He llamado a la puerta pero no parece haber nadie.-

-¿Me puede decir la dirección exacta?

-Sí, claro... Pero no me puedo quedar.-

-No se preocupe. Nosotros nos encargamos. Muchas gracias.-

Stephan se quedó observando cómo los bomberos llegaban y apagaban las llamas que se extendían por la cocina. Sentía mucho miedo por si descubrían su identidad y cómo se había enterado de aquello, pero se sentía realizado por tal hazaña al ver que había salvado a una familia de perder su casa.

Para Stephan, eso supuso un antes y un después. Llamó a su trabajo y decidió cogerse las vacaciones que Luca le había sugerido.

 Escrito por: Daniel Álvaro Nogales.

© 2024 Cam. 556: Madrid.

lunes, 6 de mayo de 2024

No sense

Jeremy, así se llamaba aquel chico. No conozco mucho sobre él, pero desde que lo ví me llamo la atención. El cine era su lugar predilecto. Allí pasaba casi todas sus tardes y allí lo conocí. Parecía un chico solitario. Nunca tenía trato con nadie, pero siempre iba acompañado de un libro de ficción.

Jeremy es hereje, un corazón que se encoge. Cada palpitar de ensueño es un amago de ternura, y cada soslayo un tercio de diamante.

A medida que el sol dejaba ver los últimos reflejos del día, Jeremy se apresuraba a cruzar la vía central de la ciudad. Como siempre, sus ansias de escribir un gran bestseller le hacían llegar tarde a su cita.

Si su luz es tenue, entonces no alaba el bienestar de mundos, pero transita la igualdad de giros. Si está apagado, no acoge, sin menoscabo, el devenir de trastoques.

Por fin veía el cine al final de una calle abarrotada de gente. Allí esperaba Alison tan paciente como siempre. Antes de si quiera saludarse, pudieron ver cómo una nube extraña descendía bajo sus ojos, y en unos instantes, lo que podría haber sido una velada interesante se convirtió en un montón de gritos entremezclados, flases de escenas salidas de una película de terror y personas desvaneciéndose bajo sus ojos. Lo último que Jeremy pensó fue que esto sí podría haber sido un gran libro de ficción.


Escrito por: Andrew Wooldstick, Claire Roberts y Kristen Grey.

© Todos los derechos reservados.

miércoles, 1 de mayo de 2024

CAM. 556: MADRID

Prólogo

Creo no ser la mejor persona para contar su relato. Es más, considero que ninguno de ustedes debería disfrutar o satisfacer sus necesidades de ninguna manera posible con lo que le pasó, pero, por otro lado, considero que si lo cuento de forma que cada uno pueda sacar las conclusiones que él no pudo y lo aplican a sus vivencias personales, serán capaces de comprender su desdicha y, tal vez, aprovecharla en la suya propia.

Quiero que se comprenda de antemano que todo lo que se plantee aquí será lo que Stephan me transmitió con pelos y señales. Bajo ningún concepto entren en el juego de qué es qué y mucho menos en juzgar sin saber de dónde viene todo.

Mi identidad no será desvelada. Por diversos motivos me veo llevada a tratar estos escritos tal y como fue, por lo que si utilizan el ingenio descubrirán quién soy y el por qué de todo.

Para establecernos, comentaré algunos detalles del individuo, así como de sus hábitos comunes y de aquellas cosas importantes de valor que no se relaten más adelante.

Nuestro protagonista se llama Stephan, un hombre adulto de unos treinta y tres años, sin familia aparente ni amigos cercanos. Vive en las afueras de Nuremberg, Alemania. Trabaja como guarda de seguridad en uno de los centros comerciales más importantes de la región. No era la vida perfecta, pero era su vida.

Capítulo 1

Todo comenzó con un sueño. Uno en el que aparecía él pero se veía a sí mismo desde fuera. Todo estaba oscuro y nada había alrededor, tan sólo iluminaba una luz tenue que salía de la linterna de Stephan. Desde la perspectiva de la mirada de un animal, como un perro de alto le vemos. Está haciendo su ronda. Como cada noche, nada nuevo. Pero algo va mal y él lo siente. Comienza a girar su linterna de un lado a otro, apuntando a todas partes para intentar dar un sentido a su miedo. Nuestra vista comienza a dar saltos: Primero estamos al lado suya, luego detrás, luego delante.

-No le pierdas de vista. Apunta sus movimientos.- Oímos una voz que retumba a lo lejos, pero no hay nadie.

-¿Qué quieres de nosotros?- Una voz de mujer sollozando se oye más cerca, retumbando en el lugar.

-Entiendo... ¿Y qué sentiste?- Una voz intenta apaciguar la situación. De Stephan empieza a salir un sonido que no se distingue. Comienza a moverse y a seguir un patrón buscando esas voces, girando sobre sí mismo, apuntando a la nada. Nosotros, que seguimos bajo una visión acechante sobre él no paramos de dar vueltas alrededor. No consigue apuntarnos.

-Jeje... Hice lo que tenía que hacer, nada más.- El sonido que antes era indescriptible comienza a ser el llanto de un niño. De una niña, más concretamente. Comenzamos a movernos hacia él.

-Te quiero, cariño.-

-Pero, ma...- Tras las últimas voces nos tiramos al cuello de Stephan, pero justo en ese momento suena un disparo que nos empuja hacia atrás. Ambos quedamos mirándonos fijamente. Nos apunta con la linterna y ésta nos permite ver el rostro de Stephan por completo. De su cara se transparentan varias más. El sueño termina.

Stephan se despierta sobresaltado sobre una mesa donde hay un montón de papeles esparcidos. A su lado, otra mesa con un montón de pantallas que muestran las cámaras de seguridad del recinto donde trabaja con su compañero, Luca. Éste, al verle despertarse de golpe se gira y le mira con cara de preocupación. Se levanta lentamente para acercarse a él, aunque mostrando alguna molestia. Stephan está recogiendo los papeles que había por la mesa intentando demostrar que no ha pasado nada y que no hay de qué preocuparse. Su compañero apoya la mano en su hombro. Stephan se sobresalta levemente.

-Deberías coger vacaciones, Stephan.-

Stephan se levanta a por un café mientras se frota los ojos. La máquina no está lejos. Están en una habitación muy pequeña para dos personas y hay multitud de cables de por medio.

-Hace tiempo que no descansas. Por mucho que sea tu trabajo, deberías de mirar por ti de vez en cuando.-

-No lo necesito.- Contesta Stephan sirviéndose el café, sin mucho ánimo ni ganas de hablar. Se gira y se apoya en la mesa mientras bebe haciendo un gesto de cansancio y resoplando. Su compañero le mira contrariado.

-¿Y qué hago en casa, Luca? No tengo nada ni...-

-Pues te vas de fiesta y conoces a alguien, o yo que sé... Vete de putas. A nuestros jefes parece que les va bien así.- Luca se gira, levantando una mano por encima de su hombro y se pone a observar las cámaras.

-Paso de contestarte.- Replica Stephan.

-Haz lo que te salga de la polla, pero si quieres, yo te cubro.- Luca se apoya en la mesa con las dos manos. Stephan se acerca a Luca con el café en una mano y con la otra en el bolsillo. Empieza a observar las cámaras al lado de su compañero.

-Siempre quise viajar por el mundo.- Dice Luca.

-Haberte hecho azafata, monada.- Luca mira a Stephan sorprendido, pero al instante expresa una mirada comprensiva.

Stephan se gira mirándole de reojo, se muerde el labio y levanta un poco la cabeza. Pone la mano en el hombro de su compañero y hace un gesto con la cabeza de arriba a abajo, despidiéndose de él y dirigiéndose hacia la puerta.

-¡Mañana no te quiero ver aquí!-

-Mañana lo mismo estoy muerto.- Stephan le responde de forma sarcástica pero en el fondo lo cree. Se marcha dejando el vaso en la mesa y recogiendo sus cosas.

-Por lo menos podrías viajar a todas partes, jajaja...- bromea Luca.

La casa de Stephan no es nada del otro mundo. Es sencilla. No se podría describir de otra forma: Pocos muebles, ninguna foto, sólo algún que otro cuadro sin demasiado interés. Un par de sillas, un escritorio con un ordenador, un sofá y algún mueble antiguo.

La idea de irse de vacaciones se le ha metido en la cabeza. No se puede decir que no le ponga ganas. Stephan está delante de la pantalla del ordenador, buscando sitios a los que ir de la forma más barata posible y sin dejar su trabajo desocupado.

-Nah... No me lo puedo permitir...- Su voz suena a resignación, pero en el fondo es lo que prefiere.

-¿Qué mierda es esta?-

Al seguir investigando, acaba encontrando una página un tanto extraña. En la pantalla, multitud de grabaciones a tiempo real. Un sitio donde se captan las imágenes de las cámaras de seguridad repartidas por el mundo y se retransmiten a tiempo real. Incluso existen apartados para elegir la localización de las cámaras que se quieren ver. En uno de esos apartados se encuentra la ciudad de Stephan.

-Espera...- Stephan comienza a buscar rápidamente el sitio donde trabaja, ya que conoce esas cámaras a la perfección. Y se aparecen.

-Faltan, pero...- Stephan empieza a buscar sitios importantes de su ciudad.

-Joder... ¡Qué bueno! Osea, que es verdad eso de que nos vigilan continuamente... Aunque, ese es mi trabajo.- Se queda pensando sin moverse un pelo y, entonces, busca una dirección.

-No sé qué esperaba...- Los resultados no aparecen. Se acerca a la ventana pensando en las posibilidades que le da el haber descubierto esto y, aunque en su rostro se puede apreciar la contradicción que siente, no puede evitar pensar que puede serle beneficioso.


Escrito por: Daniel Álvaro Nogales.

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